EL MUNDO
30 junio 2011
El hambre agudiza el
ingenio
José Ordovás
La hormona del apetito o grelina
instiga al cerebro a buscar alimentos. También es capaz de actuar como
antidepresivo.
Nuestro
refranero desborda aforismos que reflejan el conocimiento, la observación y la
agudeza popular. Es difícil trazar el origen del refrán que nos sirve como
título, y al que, sin duda, se le han dado multitud de interpretaciones que van
más allá de lo que textualmente y llanamente expresa: El ingenio se aviva con
el objetivo de satisfacer el hambre.
El
hambre no ha sido muy aconsejable ni para la supervivencia del individuo ni de
la especie humana y de ahí que nuestra fisiología se haya pertrechado con una
serie de mecanismos para hacernos reaccionar ante su presencia y subsanar
cuanto antes el problema.
Este
engranaje ancestral para proteger nuestra supervivencia en tiempos en que la
comida no era ni abundante ni fácil de conseguir es, precisamente, el que hace
que hoy en día, en un ambiente nutricional tan vastamente
diferente, nos sea tan difícil perder el exceso de peso tan fácilmente
acumulado.
Entre
esos mecanismos de defensa se encuentra una hormona conocida científicamente
como grelina y más popularmente como hormona del
apetito.
La
grelina se produce en el estómago y actúa
principalmente sobre el cerebro para instigar, entre otras reacciones, la
búsqueda de alimentos y la selección de aquellos que sean más altamente
calóricos.
Por
ejemplo, esa reacción tan clásica de olisquear que observamos en otros animales
es producida en parte por esta hormona que, cuando está presente en niveles
elevados, agudiza los sentidos para identificar la presencia de alimentos sobre
todo aquellos ricos en calorías.
Es
lógico, dada su misión, que los niveles sanguíneos de grelina
varíen tremendamente durante el día, aumentado a medida que va pasando el
tiempo desde nuestra última comida y disminuyendo rápidamente tras la ingesta.
Esto
puede proporcionar también una explicación biológica a la creencia popular de
que se aprende mejor durante el día y con el estómago vacío, ya que ahora
sabemos que la grelina influye sobre las conexiones
nerviosas aumentando la capacidad de aprendizaje y la memoria.
Esto
tiene su lógica si tenemos en cuenta que durante la mayor parte de la historia
de la Humanidad, la actividad intelectual más importante se centraba en la
búsqueda de alimentos, para lo cual se necesitaba ingenio, pericia y calma
puesto que las alternativas eran limitadas: o conseguir los alimentos y
sobrevivir o no hacerlo y perecer, bien fuera de manera rápida a manos de otro
predador o de manera lenta a manos de la hambruna.
Es
precisamente este estado necesario de calma y atención el que está también
facilitado por la grelina que actúa como
antidepresivo. Curiosamente, una de las investigaciones más recientes llevada a
cabo en Dallas y que aparecerá publicada próximamente en la prestigiosa revista
'Journal of Clinical Investigation' ha
encontrado evidencias de que la grelina puede estar
también detrás de la reacción que se observa en un buen número de personas que
buscan alivio en ciertos alimentos, como el chocolate o los helados, ante
situaciones de alto estrés, sobre todo, psicosocial.
Por
lo tanto, si alguien había pensado al comenzar la lectura de este artículo en
bloquear la acción de la grelina para eliminar el
apetito y combatir la obesidad, quizá tendría que pensárselo dos veces teniendo
en cuenta sus múltiples funciones, sobre todo aquellas que afectan los factores
psicológicos y cognitivos.
Lo
que también está claro es que, aunque nos cueste reconocerlo, nuestros abuelos,
a pesar de no tener Internet, sabían lo que decían (aunque no supieran él
porqué).